viernes, 13 de marzo de 2015

Comentario de texto. LOS GIRASOLES CIEGOS


Comentario a la segunda derrota: "Manuscrito encontrado en el olvido".

El fragmento que comentamos corresponde a un texto narrativo concretamente a una parte de la segunda derrota o "Manuscrito encontrado en el olvido" hallado en "Los girasoles ciegos" libro de Alberto Méndez que ilustra la suma de cuatro historias situadas en el último año de la Guerra Civil y la inmediata posguerra (1939,1940,1941 y 1942) que aparentemente no guardan relación alguna entre ellas pese a que varios personajes coincidan entre sí a lo largo de las derrotas; pero esencialmente tienen en común el sufrimiento y las desgracias que todos padecen en sus respectivas historias. La derrota a tratar corresponde realmente a una doble derrota, la sufrida por el poeta Euralio Ceballos Suárez, el autor del cuaderno; en relativo a la guerra, la muerte de su amada, Elena, los remordimientos de la derrota y la desesperanza; y la derrota que sufriría el bebé si sobreviviera, crecería como un vencido hijo de poeta que no aspiraría en vida más que a esconderse.

  Alberto Méndez expone a través de una escritura desgarradora otra dualidad: la vida y la muerte. La vida, un bebé recién venido al mundo, inocente, frágil, insignificante, totalmente dependiente de la muerte, su madre, Elena, fría, estéril, inútil. Entre los que se encuentra él, en trance entre una y otra; muerto en vida. Su amada murió por la derrota, su hijo nació de ella, y él, era la clara representación de la misma.

  Este texto induce a valorar diversas cuestiones: la muerte, la potestad del poeta para decidir sobre la vida del bebé, el sufrimiento, la derrota, la responsabilidad y las obligaciones, entre otras varias.
Considero que a primera vista puede resultar sorprendente la frialdad que adopta Euralio frente a su hijo, entre ellos se desata un obstáculo que le impide al padre sentir aprecio alguno por el recién nacido: la muerte de Elena tras el parto.
El poeta pasa de ser un fugado por amor, protagonista de una huida fruto de la pasión y un dramático romance a ser simplemente un derrotado, testigo de un trágico parto en el que se convierte en el único responsable de una vida humana. Euralio cuando mira al bebé no ve a su hijo, ve el resultado de una historia sin pies ni cabeza cuyo desenlace corresponde al desastre. Pese a ello, el mero hecho de plantearse dejarlo morir me resulta poco ético, es su hijo, lo único que le queda de Elena, el único compañero que tendrá en su escondite, el único ser humano que depende de él; pero también, he de concebir que es un derrotado, un alma desgraciada incluso antes de tener uso de razón, es el hijo de un poeta rendido y desdichado cuya única pasión que conserva es escribir sus más sinceras confesiones en un cuaderno con pastas de hule. ¿Hay lugar para lo ético  cuando ya ni tan siquiera la vida conserva algún sentido? Probablemente no. Este pensamiento cobarde y huidizo nunca será tratado como admirable, pero quizá este chico escribió en esas hojas los temores y preocupaciones que todos sufrimos a nuestra medida; frente a esas responsabilidades que se le avecinaban; a ese más que miedo a la muerte, miedo a la vida, miedo a esa ligera frontera que separaba esa dualidad y justo en la que él se encontraba. Derrotado en vida pero con un hijo precoz que le impedía plantearse seriamente la muerte.

  En conclusión, nos encontramos ante un fragmento cuyo personaje principal es un joven poeta que ya no se considera personaje principal de su propia vida, sino de "una infame turba de nocturnas aves", verso de Góngora que induce a meditar sobre las circunstancias de Euralio, la guerra perdida, la muerte temprana, la vida a desgana, la doble derrota.
                                                                                       Por SOFÍA COSANO, 2 BACH.B

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